Dietas con nombre propio

29 Mar

Estos días ha saltado a los medios otra inquietante noticia acerca de la dieta del momento: “Médicos franceses denuncian a Pierre Dukan”. El principal argumento que aduce el colectivo es que el popular nutricionista antepone su promoción personal a la medicina. No son los primeros en poner en tela de juicio los consejos de Dukan –una de sus últimas propuestas es premiar a los adolescentes con masa corporal saludable con puntos extra en el examen de bachillerato- pero, ¿serán los últimos?

Es difícil saber cuándo acabarán los días de vino y rosas del dietista francés pero lo que parece probable es que otros vendrán a ocupar su lugar. Y es que, por mucho empeño que pongan los medios de comunicación, asociaciones de consumidores y médicos en informar al consumidor, hay un escollo difícil de salvar: el jugoso negocio de la dietética.

No todos tenemos los  mismos gustos culinarios pero a todos nos interesa en mayor o menor medida nuestra salud. Por eso cada vez parece más rentable proclamar que tal o cuál cosa es más sana en lugar de anunciar que es más sabrosa. Lo saludable se ha convertido en un argumento demasiado tentador como para detenerse en matices. Y de sentenciar y generalizar a mentir, muchas veces, lamentablemente, sólo hay un paso.

En una emisora de radio, hace unos días, un médico zanjaba de un plumazo el eterno debate de las grasas vegetales versus las animales: “Lo que hay que tomar es margarina, que es mucho más sana que la mantequilla”, sentenció. Si la respuesta era tan sencilla ¿por qué no lo había dicho hasta ahora? Seguramente porque no había una conocida marca de productos elaborados con grasas vegetales patrocinándole.

En este sentido, las marcas pueden sernos más útiles de lo que pensamos. Pueden ser los “chivatos” que despierten nuestra suspicacia. No para cerrarnos en banda a sus mensajes sino para cuestionárnoslos y hacer lo que tantas veces hacemos cuando se trata de nuestra salud: buscar una segunda opinión.

¿Cuándo hay que empezar a recelar de un alimento, de un consejo o de una dieta? ¿Hay que esperar años para comprobar los efectos en hígado y riñones de un exceso de proteínas? ¿Hace falta que venga la Orden de Médicos de Francia a dar la voz de alarma sobre el método Dukan? Puede ser. Aunque también podríamos haber empezado a dudar cuando apareció el primer paquete de galletas con su nombre.

¿Cómo podemos ser menos vulnerables a la manipulación y las modas dietéticas? Comprendiendo que un régimen es algo personal e intransferible. No siguiendo ningún tratamiento que no esté elaborado a nuestra medida. En definitiva, asumiendo que el único nombre que debe llevar una dieta segura es el nuestro.

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